miércoles, 29 de junio de 2011

LOS SUEÑOS

Hoy vamos a hablar de los sueños, algo que a todos nos pasa, ¿ o conocen ustedes a alguien que afirme no haber soñado nunca?, puede que sí, pero gracias a la teoría psicoanalítica, como hoy veremos, sabemos que esa aparente inexistencia no es sino un olvido, y que el olvido está siempre en relación con una resistencia, es decir, quien afirma no soñar es en realidad alguien que nada quiere saber de su psiquismo, de su realidad psíquica, de sus deseos; ahora bien, es precisamente la universalidad de las leyes que gobiernan el funcionamiento del aparato psíquico lo que Freud quiere exponer en su texto magistral: “La Interpretación de los sueños”, por eso, que esa resistencia a recordar lo soñado, a conocer los productos de nuestra actividad psíquica, que hablan a voces de nosotros mismos, no es algo específico de unos pocos sino estructural, y cualquiera de los aquí presentes podríamos certificar alguna noche de aparente ausencia onírica, donde la mañana despierta sin memoria de lo sucedido en esas horas de reposo.

En consecuencia, el estudio de los procesos inconscientes, que hoy esbozamos en torno a lo que Freud llamó la via regia (la vía real) al inconsciente, esto es, los sueños, tendrá que luchar, cual velero azotado en la tormenta, con una resistencia interna, maestra del disfraz, habitante incólume de nuestro aparato psíquico; resistencia a saber de aquello que nos determina, y que es la aportación estrella del psicoanálisis a las ciencias que nos producen: lo inconsciente reprimido.

Freud inicia el recorrido con una tesis a desplegar: los sueños tienen sentido.
Desde la antigüedad, e incluso aún en nuestros días, los sueños fueron tratados como algo místico, portadores de predicciones ocultas, vehículo de comunicación con los dioses y sus mensajes divinos. Freud devuelve los sueños al terreno de donde proceden: el mundo psíquico. Este paso, no obstante, ya lo había dibujado Aristóteles, como nos señala el propio Freud: “Es evidente- nos dice- que los sueños son una manifestación de la vida psíquica durante el reposo, y que si esta vida ofrece determinadas semejanzas con la de la vigilia, también se separa de ella por considerables diferencias. Tal era ya la definición de Aristóteles: la vida onírica es la manera en que nuestra alma trabaja mientras dormimos”.

El sueño se presenta, entonces, como una plena actividad psíquica durante el reposo; actividad que, a primera vista, en gran medida aflora una paradoja, pues si la esencia misma del reposo es apartarnos del mundo exterior, que tan denostados esfuerzos exige a nuestra constitución, e introducirnos en una quietud similar a la vida intrauterina, libre de estímulos que nos perturben, ¿qué función de reposo cumple el ajetreo del sueño?.

Pues bien, el sueño es en realidad el guardián del reposo; la vida psíquica no se detiene nunca, permanece en actividad constante, y de esta naturaleza de lo psíquico provienen, en la vigilia, los males de la pereza porque quien no hace fantasea, y la fantasía, sino sirve a ciencia alguna, es una puerta de entrada a la neurosis. El sueño es, en ese sentido un síntoma neurótico generalizado, si bien de breve duración, al servicio del descanso nocturno: “el sueño es la forma que el alma tiene- escribe Freud- de reaccionar durante el estado de reposo a las excitaciones que sobre ella actúan”.
Es éste un primer carácter común a todos los sueños: evitar una excitación perturbadora que amenaza interrumpir el descanso y esta función egosintónica, que sirve al deseo consciente de dormir, constituye, junto con la representación en imágenes visuales, dos de las características permanentes de la vida onírica.
Retrocedamos ahora a la tesis, que como decíamos al principio, Freud expone en relación al método de interpretación onírica; tesis que se inicia con la afirmación: todos los sueños tienen sentido y, una vez realizado el trabajo de investigación, deviene en la siguiente fórmula: todos los sueños tienen sentido, después de ser interpretados, y el sentido del sueño es siempre una realización alucinatoria y disfrazada de un deseo sexual infantil reprimido.

Veamos juntos qué quiere decir, en este enunciado, cada una de estas palabras; tal vez, si me lo permiten, nos facilite el tránsito una posible aclaración: al igual que no hay ser en el hombre ni en la mujer, porque las personas nunca somos lo que parecemos, nunca respondemos a una imagen, aunque exista en nosotros esa tendencia tiránica a las definiciones y a las atribuciones, a favor o en contra, en vez de aceptar que somos el resultado, siempre cambiante, de múltiples conversaciones determinadas por el pacto que nos reune; pues bien, al igual que el hombre y la mujer carecen de ser tampoco tienen ser las palabras, es decir, significados fijos, inalterables, por el contrario, su significación está siempre en relación a otras palabras y a un campo de conocimiento al que rodean.

Abramos, entonces, con el ánimo de desplegar la tesis expuesta, los senderos del método de interpretación; interpretación que hace al soñante, a su historia de deseos, porque el sueño antes de ser interpretado nada dice, e incluso conforma su naturaleza mostrarse como un absurdo, y cuanto la interpretación dice es siempre en referencia al sujeto psíquico.

El psicoanálisis introduce un nuevo nivel de objetividad: no interesa el sueño soñado sino el sueño contado, el relato del sueño: texto que llamamos contenido manifiesto.
La técnica que se desprende del método es asociación libre en transferencia, es decir, el soñante asocia libremente en torno al relato del sueño, que se divide, para su análisis, en glosas, o dicho de otra forma, se le pide que hable, que asocie, porque todo lo que el soñante diga en relación a cada fragmento, en que se ha descompuesto el relato del sueño, estará determinado por múltiples sentidos, ideas preconscientes, que permanecen inconscientes a nivel descriptivo, es decir, pueden hacerse conscientes con un pequeño esfuerzo de atención, y que, a su vez, estarán sobredeterminadas por lo inconsciente reprimido, auténtico motor de todo acto psíquico. En el psiquismo no existe la arbitrariedad, si pensamos en un nombre o en un número al azar, éste nunca será al azar sino que estará determinado por ideas e intereses que el sujeto desconoce a nivel perceptivo, esto es, consciente.

Por medio de las asociaciones u ocurrencias del soñante en análisis caminamos desde el contenido manifiesto al contenido latente. Estas ideas latentes, a las que el soñante llega por asociación, son ideas preconscientes, procesos mentales (léase recuerdos, impresiones del día anterior, preocupaciones, intenciones, razonamientos, soluciones a problemas matemáticos, en definitiva “todas aquellas cualidades que más altamente estimamos en nuestros procesos mentales”) de los que la conciencia nada sabe, a veces surgidos durante la vigilia y que han continuado en actividad durante el reposo; dice Freud a este respecto: “las ideas latentes han confirmado que el sueño continúa los estímulos e intereses de la vida despierta. Estas ideas no se ocupan sino de aquello que nos parece importante y nos interesa poderosamente. El sueño no se ocupa nunca de pequeñeces”

Ahora bien, esta actividad preconsciente no alcanza jamás (a excepción de los sueños infantiles), por si sola, la fuerza psíquica suficiente para la producción de un sueño, siendo necesario el enlace de estas ideas preconscientes a un deseo inconsciente reprimido; deseo que, de igual taxativa manera, tampoco puede hacerse consciente sino transferir su carga a las representaciones sutitutivas preconscientes, comienza así el trabajo del sueño o elaboración onírica:
los procesos preconscientes, que se caracterizan por estar ligados a representaciones verbales, a palabras, quedan entonces sometidos a la deformación onírica, que va a trabajar con cuatro operadores: desplazamiento, condensación, puesta en escena (transformación de las ideas en imágenes) y elaboración secundaria.

En consecuencia, no sólo el contenido manifiesto (relato del sueño) nace de la deformación onírica sino también el contenido latente es efecto del trabajo realizado sobre las ideas preconscientes por las leyes dinámicas que rigen los procesos inconscientes: el desplazamiento y la condensación (que más adelante veremos en detalle)

Llegados a este punto, quiero insistir en que el sueño no es en sí nada, como tampoco ningún decir lo es, antes de su interpretación. Es después de la interpretación psicoanalítica que el sueño es leído, en su representación final, como una realización de un deseo inconsciente reprimido. En el contenido manifesto no está ese deseo inconsciente reprimido, en el contenido latente tampoco está el deseo inconsciente reprimido; lo que aparece en el contenido manifiesto y en el contenido latente son los efectos del procesamiento inconsciente, única manera que encuentra lo inconsciente reprimido para expresarse

El deseo inconsciente es la fuerza, el socio capitalista lo llama Freud, que posibilita la formación del sueño como guardián del reposo; un reposo, que la excitación perturbadora de procesos mentales en activación (preocupaciones, recuerdos, deseos…), de estímulos corporales (sed, hambre) o de interferencias exteriores (ruidos) pueden poner en peligro; pero, para nuestra sorpresa, la principal amenaza al deseo de dormir, que el yo persigue, no proviene únicamente de estas ideas preconscientes aún en acción, sino precisamente de la actividad desplegada por el sistema inconsciente reprimido, motor siempre en marcha, que no obedece al deseo consciente de dormir; y es esta situación lo que el aparato psíquico resuelve por medio de la realización alucinatoria, disfrazada, es decir, deformada, de ese deseo inconsciente, que pulsa por expresarse y conforma el verdadero estímulo del sueño, utilizando las ideas diurnas preconscientes, e incorporando cualquier otra perturbación, como materia prima para la formación del sueño.

En realidad, podríamos decir que en todo sueño funciona una doble alteridad, por un lado un proceso preconsciente que, como venimos señalando, responde a multitud de impresiones y propósitos, por ejemplo, una preocupación o incluso un deseo; procesos preconscientes que el sujeto, en principio, desconoce a nivel perceptivo, es decir, consciente, pero que puede llegar a ellos por asociación, si bien, me atrevería a reseñar que es necesaria cierta práctica, en la valentía de asomarse a nuestro acontecer mental, para acceder a determinadas asociaciones; y por otro lado, un deseo inconsciente reprimido, sexual e infantil, que es, siempre y en cualquier caso, rechazado por la conciencia, únicamente accesible, es decir, producido, por interpretación y que promueve todo el proceso de elaboración onírica, donde la carga inconsciente, queda transferida a las representaciones preconscientes sustitutivas, que estarán sometidas, a partir de ese momento, a las transformaciones, a las deformaciones que los operarios del sueño, al servicio del proceso primario (inconsciente), imponen.
Digamos que el deseo inconsciente, hace lo mismo que el Fondo Monetario Internacional, aporta el capital y dicta entonces cómo se ha de gobernar el país.

¿En qué consiste, pues, la actuación de esos operarios, quiénes son esos obreros del trabajo onírico ?

Comencemos por la condensación, Freud dice sobre ella: “ Lo primero que la comparación del contenido manifiesto (relato del sueño) con las ideas latentes (asociaciones del soñante) evidencia al investigador es que ha tenido efecto una magna labor de investigación. El sueño es conciso, pobre y lacónico en comparación con la amplitud y la riqueza de las ideas latentes: Su relación escrita ocupa apenas media página. En cambio, la del análisis en el cual se hallan contenidas las ideas latentes ocupa seis, ocho o doce veces más espacio. (…). Generalmente, se estima muy por debajo el montante de la comprensión que ha tenido efecto, pues se consideran las ideas latentes decubiertas (asociaciones del soñante) como la totalidad del material dado, siendo así que no constituye sino una parte del mismo, y que, prosiguiendo el análisis, podemos hallar todavía nuevas series de ideas que se ocultaban detrás del sueño”.
Una de las principales formas de condensación en el sueño es la creación de personajes mixtos, donde la imagen de una persona engloba otras muchas, de tal manera que si bien tiene el aspecto de mi tía, se presenta vestida como suele hacerlo mi hermana y además hace algo que me recuerda a otra persona. Esta formación mixta sirve al propósito de expresar un carácter o atributo común a esas tres personas.

Veamos ahora como trabaja el desplazamiento, que es el corazón de toda condensación, porque representa la movilidad de la carga psíquica, del afecto, de la libido. Debemos señalar que entre lo inconsciente reprimido y lo preconsciente hay una barrera infranqueable, las representaciones de cosa que pueblan el inconsciente no pueden acceder a la percepción consciente y lo que se desplaza de una representación a otra representación sustitutiva es la energía. Esta posibilidad es lo que llamamos desplazamiento. Freud nos advierte:“ el desplazamiento es el medio capital de la deformación del sueño y consiste en una transferencia del acento psíquico de un elemento importante a otro que lo es menos” .
Sirva de ejemplo la interpretación del fragmento de este sueño, relatado a Freud por un joven paciente suyo : “varios miembros de su familia se hallan sentados en derredor de una mesa, que tiene una forma particular.”
“A propósito de ésta mesa- nos dice Freud-recuerda el sujeto haber visto un mueble muy semejante en casa de una familia conocida. A esta primera ocurrencia se enlaza luego la de que en dicha familia no son precisamente muy cordiales las relaciones entre el padre y el hijo. Por último, confiesa el sujeto que algo análogo le ocurre también a él con su padre. El apellido de dicha familia era, además, el de Tischler (carpintero, palabra derivada de Tish, mesa).”
El acento psíquico se desplaza de la representación inconsciente de padre a la representación sustitutiva de mesa, facilitada por su similitud con el apellido de la familia conocida.
Recordemos, además, y éste es la tercer efecto de la elaboración onírica (llamado escenificación), que el sueño se representa en imágenes¿ y cómo expresar en una imagen un objeto como son las relaciones con la ley edípica, que es ,al fin y al cabo, lo que subyace el significante padre?, pues, bien, el sueño utiliza la representación plástica verbal, apoyándose en la analogía, la homofonía (palabras con el mismo sonido) u homonimia (palabras que se escriben igual pero significan distinto o pertenecen a distinta categoría gramatical, por ejemplo en este caso un nombre común: mesa y un nombre propio, en tanto apellido: Mesa- Tischler en alemán).

La resistencia que el sueño opone a su interpretación, resistencia que puede mostrarse incluso, como señalábamos al principio, en un aparente olvido de lo soñado, responde a la censura que provocan los contenidos inconscientes en la actual moralidad del yo. Estas tendencias indecorosas y rechazadas por la percepción consciente que nuestros sueños nos muestran, son, por este motivo, deformadas en manos del trabajo del sueño y producen en el soñante, al ser producidas por la interpretación, el más firme rechazo.

Escribe Freud:
“ Estos deseos censurados y que reciben en el sueño una expresión deformada son, ante todo, manifestaciones de un egoísmo sin límites ni escrúpulos. No existe, además, sueño ninguno en el que el yo del sujeto no desempeñe el papel principal, aunque sepa disimularse muy bien en el contenido manifiesto.
Desembarazado el yo de toda ligadura moral, cede asimismo a todas las exigencias de su libido (…); no elige solamente la mujer ajena, sino también los objetos a los cuales el acuerdo unánime de la humanidad ha revestido de un carácter sagrado: el hombre hace recaer su elección sobre su madre o su hermana y la mujer sobre su padre o su hermano. (…) El odio se manifiesta en ellos francamente, y los deseos de venganza y de muerte contra aquellas personas a las que mayor afecto tenemos en nuestra vida – parientes, hermanos, hermanas esposos e hijos- se hallan muy lejos de ser manifestaciones excepcionales en los sueños”

Permítanme a este respecto, que les comunique uno de los sueños más impactantes que Freud recopila para ilustrar la teoría:

“Los antecedentes de este sueño prototípico son como sigue: un individuo había pasado varios días, sin un instante de reposo, a la cabecera de su hijo, gravemente enfermo. Muerto el niño, se acostó el padre en la habitación contigua a aquella en la que se hallaba el cadáver y dejó abierta la puerta, por la que penentraba el resplandor de los cirios. Un anciano, amigo suyo, quedó velando el cadaver. Después de algunas horas de reposo soñó que su hijo se acercaba a la cama en que se hallaba, le tocaba en el brazo y le murmuraba al oído, en tono de amargo reproche: - Padre, ¿no ves que estoy ardiendo?- a estas palabras despierta sobresaltado, observa un gran resplandor que ilumina la habitación vecina, corre a ella, encuentra dormido al anciano que velaba el cadáver de su hijo y ve que uno de los cirios ha caído sobre el ataud y ha prendido fuego a una manga de la mortaja”.

Es fácil- nos indica Freud- explicar que el padre mientras dormía percibió la luz del fuego y concluyó en la posibilidad de que alguno de los cirios se hubiese caído cerca del cadaver, probablemente, además, pensase en esa posibilidad antes de irse a descansar y dejar en custodia al anciano. Es también claro, que el sueño cumple el deseo del padre de ver a su hijo en vida un tiempo más y éste anhelo de prolongar el encuentro con su hijo lo mantiene en el reposo, le hace no despertar. Ahora bien, todas estas ideas y deseos preconscientes, son accesibles a la producción del propio soñante, que puede llegar a ellas por asociación libre, y su comunicación es bien aceptada. Lo que nadie toleraríamos de buen grado, y sólo la interpretación produce, es el deseo inconsciente que da fuerza a este sueño: los sentiminetos hostiles que albergamos hacia nuestras relaciones más amadas.
Freud, a través de un sueño propio donde aparece su hijo ( en esos momentos luchando en la primera guerra mundial) se da cuenta al analizarlo que junto con el cumplimiento de un deseo en él de recibir buenas noticias acerca de la salud de su hijo, se satisface también un deseo inconsciente reprimido de que su hijo sufra un daño, que responde a “la envidia de la juventud, envidia que el hombre maduro siente siempre por mucho que crea haberla dominado”.

Es muy importante destacar como en estos sueños se muestra que la realización en el sueño del deseo inconsciente sexual reprimido, nada tiene de satisfacción para la conciencia, que lo observa con ojos de espanto.

Y para ir concluyendo, por hoy, decir que los deseos sexuales infantiles reprimidos son deseos inmortales, el núcleo siempre en actividad de nuestro psiquismo, que pulsan de continuo por expresarse, es decir, por transferir su intensidad de carga a otras representaciones alternativas y cuando lo consiguen surgen las formaciones del inconsciente: el sueño, el chiste, los actos fallidos (lapsus, olvidos) o los síntomas psiconeuróticos . Claro está, que no será lo mismo satisfacer estas tendencias con un chiste o un sueño que con un síntoma. Las obras literarias revisten, asímismo, la satisfacción de estos mismos deseos pero igualmente disimulados, siendo de mejor calidad la obra cuanto más disfrazada es su realización.

Añadir también que la sexualidad en psicoanálisis, es decir, para el sujeto psíquico, no es sólo genitalidad, como en el animal, sino que está en relación, a una sexualidad inconsciente, reprimida, generada como tal una vez alcanzada la metamorfosis de la pubertad y regulada por la ley de interdicción del incesto; ley que nos humaniza y determina nuestro desarrollo mental, esto es, nuestra aceptación de un falta constituyente, que nos hace mortales, y en consecuencia, deseantes de otras realidades más allá de “mi mundo interior”, o dicho de una forma más burda, de un mundo donde sólo estamos “mi mamá y yo”.

Soñar soñamos todos, pero sólo en análisis nuestros sueños son la realización de un deseo.

martes, 21 de junio de 2011

FÓRMULAS PSÍQUICAS 132

El dinero se produce cuando uno se ocupa de otras cosas que no son el dinero.

lunes, 20 de junio de 2011

FÓRMULAS PSÍQUICAS 131

La fantasía de perder nace del delirio de tener.

martes, 14 de junio de 2011

JOYAS SUELTAS (Extracto de un texto de S. Freud)

La humanidad experimenta una aversión instintiva hacia todas las novedades intelectuales, siendo una de las manifestaciones de esta aversión el hecho de que cada novedad queda en el acto reducida a su más pequeña amplitud y como condensada en una fórmula.

lunes, 13 de junio de 2011

FÓRMULAS PSÍQUICAS 130

En una pareja las decisiones nunca son al unísono, como tampoco el orgasmo es a la par.

domingo, 12 de junio de 2011

FÓRMULAS PSÍQUICAS 129

El dinero, para ser tal, debe funcionar como equivalente general, es decir, sólo sirve para vender y comprar; es pues el dinero un gran vehículo, que permite comprar salud, educación, tiempo libre......; ahora bien, la compra no garantiza el resultado final sino la posibilidad de entrar en el juego.

lunes, 6 de junio de 2011

FRASES AL AZAR (Autor: Sigmund Freud)

Cosas de gan importancia pueden no manifestarse sino por muy pequeños indicios.

FÓRMULAS PSÍQUICAS 128

El cancer está en relación con procesos depresivos, que se han extendido en el tiempo sin tratamiento alguno. Verdad científica que habla de una influencia determinante de lo psíquico en lo somático.