No hay buenos ni malos comienzos; no hay buenos ni malos finales. Si no tolero la presencia de un final no habrá comienzo, si no tolero la ausencia de una meta no habrá final.
Juzgarse es siempre una anticipación, y anticiparse es una suerte de locura, que, como todas ellas, es cruel e interfiere con el trabajo, fuente de transformación.
El dinero es la excusa perfecta para decir que no puedo hacer, lo que en realidad no quiero hacer. Y recordemos que el querer es del orden inconsciente.