lunes, 6 de mayo de 2013

LA RELACIÓN CON EL DINERO

Una de las relaciones más complejas, y al mismo tiempo más determinante de la vida que uno disfruta, es la relación con el dinero. En la sociedad actual asentada en el sistema capitalista de producción, el tiempo de trabajo se transforma en dinero, y con el dinero, que es un equivalente general, se puede comprar ,entre otras mercancías, tiempo libre. El dinero no sólo permite la consecución de cualquier proyecto, sino que un proyecto sin dinero es puro delirio. Tendemos a pensar el dinero dentro de la dialéctica del tener o no tener, cuando la propia idiosincrasia del concepto hace que sólo pueda ser en circulación. Decimos de él que es bueno o es malo, y lo cierto es que hay quien con el dinero compra salud o educación, y quien por el contrario sólo invierte en aquello que le enferma. El brillo del dinero parece estar entonces no tanto en qué se gana sino en qué se paga.




Se nace dentro de una estructura socio-económica y a un montón de frases familiares, que ya desde el nacimiento con la elección de un nombre, van tallando nuestro imaginario. La manera de pensar el dinero que cada uno tiene está marcada por la ideología familiar, y su producción tendrá la amplitud de sus prejuicios. Si la frase que comanda nuestras transacciones económicas es: “pobre pero honrado”, será muy difícil que concluyamos con éxito cualquier movimiento que implique grandes sumas de dinero. La economía de todo individuo esta tocada por las estructuras económicas familiares que pulsan desde lo inconsciente. Cambiar de clase social implica poder alejarse de nuestra propia ideología, que es ,en realidad, una cuestión educaciona,  impuesta desde la familia y los modelos estatales.



Estamos habituados a escuchar que el dinero es un problema cuando no se tiene y deja de serlo cuando se tiene. Sin embargo, el dinero pensado más allá de una utilidad que satisface lo primordial de nuestras necesidades, puede proporcionar más de un incómodo cuestionamiento.
Es frecuente ver en la clínica cómo una entrada mayor de dinero puede develar conflictos familiares que antes no existían.

La explicación más común cuando no se consigue algo en la realidad que el sujeto dice querer es la falta de dinero. Cualquiera puede escuchar o encontrarse diciendo que es por no tener dinero que no se compra un coche, o no aprende inglés, e incluso somos capaces de negarnos una salud mental adecuada, que evidentemente nos haría ganar más dinero, alegando problemas económicos.

El dinero nunca se tiene, sino que como toda construcción humana se produce. Si cada vez que busco trabajo sólo encuentro puestos mal pagados que no me permiten vivir en la casa que digo querer o hacer los viajes que digo querer, conviene poner en cuestión ese deseo, porque cuando el sujeto psíquico dice que no puede, en realidad es que no quiere. Y esta verdad humana es algo que el narcisismo del sujeto no tolera bien. Preferimos pensar que es la mala suerte o que los otros no nos ayudan, a reconocer nuestro propio deseo y admitir que si no consigo el dinero para lo que digo querer, algo en mi no está muy a favor de ese proyecto. En todo sujeto hay tendencias de todas clases y también pulsiones sádicas, es por eso que uno puede desear, por muy inverosímil que nos parezca, la pobreza.



No es fácil cambiar de clase social porque no es fácil renunciar a la ideología familiar ni evitar cierto sentimiento de culpabilidad ante el abandono que implica la superación de la economía paterna. El sujeto nunca renuncia con gusto a aquellos lugares que tiene rodeados por su libido y las frases familiares nos acompañan más allá de la infancia. Seguir pensando la vida con el dinero de los padres, esa será la única pobreza.


Adicción  6 Mayo 2013: la crisis financiera que en la actualidad asola a los países del sur de Europa hace necesarias algunas aclaraciones. En este texto se pretende destacar que el dinero, como toda producción humana, puede estar sobredeterminado por procesos psíquicos inconscientes, que interfieren o entorpecen su producción. De igual manera que una fuerte tendencia masoquista puede conducir a una persona a la ruina, el estancamiento del dinero y , en consecuencia, la pobreza que hoy vive Europe, y desde hace siglos Africa, es el resultado de una sexualidad infantil no reprimida en quienes controlan su circulación, es decir, en los dueños de los medios de producción, quienes lejos de entender el dinero como un equivalente general, que sólo es en circulación, lo acumulan y retienen, como hace el niño con sus excrementos, para soltarlos, más tarde y a su antojo, como una dádiva.

El dinero es el resultado del trabajo, y cuando la población no puede trabajar, quienes trabajan no reciben un salario digno y quienes especulan son millonarios, como sucede en este tiempo, se puede decir que se vive en una sociedad donde priman tendencias infantiles, que al no estar reprimidas, sirven a una economía que no se rige por ningún sistema financiero, tampoco el capitalismo, sino por procesos psíquicos inconscientes, o dicho de una forma tal vez más simplista pero más contundente, se vive en una sociedad donde la impotencia sexual de las personas con poder, que en realidad no pueden ( y recordemos que el impotente es aquel incapaz de tolerar el goce de la mujer, es decir, el placer en el otro) intentan que nadie pueda.




Decir que cuando no consigo el dinero necesario para lo que digo querer, algo en mi no está del todo a favor de ese proyecto, es hablar de cómo trabaja en nosotros el deseo, en tanto, no se puede saber antes de hacer, y cuando todo en uno está a favor, las dificultades sólo son exteriores, es decir, la sobredeteminación no sólo es psíquica sino también social; cada uno estamos determinados, o coartados si se prefiere, por el gupo social en el que vivimos. Ahora bien, a veces sucede, que aun en un entorno propicio, el sujeto no puede, es entonces cuando podemos leer que tal vez algo en él no quiere ese proyecto que tanto dice desear, y que su deseo, más bien, trabaja a favor de que ese proyecto no se cumpla. Y viceversa, en circunstancias adversas, como las actuales, hay quien sí puede avanzar en su proyecto;  y avanzar cuando el entorno está en contra, quiere decir mantenerse, esto es, mantener los pactos que nos sostienen.

Del mismo modo que la sobredeterminanción inconsciente se modifica con psicoanálisis, también nuestra sobredeterminación social cambia cuando nuestra ideología se transforma.



El brillo del dinero no está en qué se gana sino en qué se paga es una aforismo que resume la naturaleza del dinero: una rueda de molino, esto es, una herramienta que sólo es tal en movimiento, y que sirve, si así se decide, para producir una vida mejor: la riqueza no es cuánto gano sino qué compro, ¿compro salud?¿compro educación? me formo y transformo,  o ¿sólo compro bienes?. Me muevo en una economía de los bienes o en una economía del deseo, esa será la diferencia.
El dinero permite comprar fuerza de trabajo y de las crisis sólo se sale trabajando. Pensar que una crisis se puede superar paralizando el gasto es como pensar que un coche con poca gasolina continuará en marcha, si en vez de repostar, aminoro la velocidad y ahorro combustible.