lunes, 31 de enero de 2011

Extracto del texto "Consideraciones sobre la guerra y la muerte". Sigmund Freud


El hombre es raras veces completamente bueno o malo; por lo general, es buenoen unas circumstancias y malo en otras, o bueno en unas condiciones exteriores y decididamente malo en otras. Resulta muy interesante observar que la preexistencia infantil de intensos impulsos malos es precisamente la condición de un clarísimo viraje del adulto hacia el bien. Los mayores egoístas infantiles pueden llegar a ser ls ciudadanos más altruistas y abnegados; en cambio, la mayor parte de los hombres compasivos, filántropos y protectores de los animales fueron en su infancia pequeños sádicos y torturadores de cualquier animalito que se ponía a su alcance.
La transformación de los impulsos malos es obra de dos factores que actúan en igual sentido, uno interior y otro exterior.
El factor interior es el influjo ejercido sobre los instintos malos -egoístas- por el erotismo; esto es, por la necesidad humana de amor en su más amplio sentido. La unión de los componentes eróticos transforma los instintos egoístas en instintos sociales. El sujeto aprende a estimar el sentirse amado como una ventaja por la cual puede renunciar a otras. El factor exterior es la coerción de la educación, que representa las exigencias de la civilización circundante, y es desde luego continuada por la acción directa del medio civilizador.