lunes, 2 de abril de 2012

RELATO DEL MES. Autora: Ángela Gallego

DIÁLOGO
- Ella no debió hablar. Saber cuándo callarse , saber cuándo hablar es un aprendizaje ineludible para vivir entre otros, ¿no le parece?. Además, estaba advertida, sabía bien quienes éramos, pero no fue suficiente, no, ella tuvo que hablar, seguró incluso pensó era parte de su trabajo o más probable aún que hacía algún bien; las mujeres siempre quieren ayudar, sentirse diosas capaces de salvar al mundo entero con su amor.

Nadie es responsable del hacer ajeno, uno mismo es ,en cualquier situación, el artífice de su suerte, el principal cabecilla de su propio destino.
Ella no debió hablar, y además lo hizo en el lugar menos apropiado, en la radio, donde su voz era mensaje. ¿Qué podíamos hacer?,¿qué esperaba ella ibamos a hacer?. Cómo podía yo, desde mi calidad de jefe, permitir que una sin-don se atreviera a decirnos algo así con tal desnudez.
No se conversa de la misma manera con todo el mundo, hasta un niño de escuela lo sabe; al hablar con el profesor no sólo sus combinaciones son diferentes a los juegos con sus compañeros, también el tono de su voz cambia.

Y si ella no ha sido capaz de aprenderlo, tragedia suya, la locura no sólo es cruel sobre todo es peligrosa. Ella habló conmigo como si yo fuese su padre…. su padre….. su padre ausente, porque ni ley tuvo para entender que no todo se dice, que hay cosas imposibles de ser dichas y otras que no deben decirse.

Cada uno fabrica sus días; no soporto a la gente que vierte en otros el recorrido de su tiempo, son cobardes, incapaces de un vivir adulto, donde ya no son los padres quienes reparten alegría o tormento a su capricho, sino uno mismo; pero no, es mucho más cómodo una vida esquiva, distribuyendo el protagonismo de nuestro hacer en los otros, cercanos o lejanos, no importa, cualquier nombre sirve de alforja: “no voy a la playa porque mi marido no me deja” “ fumo porque mis amigos me incitan” “ no trabajo porque la sociedad me lo impide”, puertas, todas ellas, atrancadas por la ceguera del espejo, porque cómo nos gusta decir que nuestra vida, en especial si no sucede en su máximo esplendor, es culpa de algún otro que arruina su desarrollo con desgracias impuestas, pero en verdad, todos sabemos, la mala suerte se ciñe sobre el más débil.

Ella debió callarse, la entrevista estaba acordada desde hacía meses, ambos pactamos qué se podía preguntar, era la primera vez que un grupo armado e independentista, como el nuestro, aceptaba una conversación a micrófono abierto y en tiempo real, todo un regalo para un periodista, pero no, ella tuvo que hablar. Si no tenía víscera para escuchar los daños colaterales a todo proceso revolucionario, debió quedarse en su casa.

Nadie elige la fecha de su nacimiento pero sí la de su muerte. Llamarme asesino, a mi, esa fue la firma de su sentencia, porque uno debe saber siempre con quién está hablando y después, claro, es tan sencillo sacudir la pluma al rellano ajeno y llorar por lo que nos hicieron. Nadie provoca ningún hacer en nadie, más bien acordamos con otros lo que deseamos que nos hagan, y a veces con una habilidad de vértigo. ¿no le parece?

- Sí, así es, y dígame, usted, ¿por qué la mato?, no pudo ser por lo que ella dijo, al fin y al cabo, nadie provoca ningún hacer en nadie.