domingo, 18 de marzo de 2012

EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA.

Clase dictada el viernes 2 de Marzo del 2012.
Profesora: Ángela Gallego (Psicóloga Psicoanalista)


Buenas tardes, comenzamos la primera clase de este nuevo ciclo dedicado al texto La Interpretación de los Sueños, que como ustedes saben fue escrito por Sigmund Freud y publicado en 1900; dos años antes, por cierto, del juicio en Londres a Oscar Wilde, (muerto precisamente en 1900); un juicio infame que condenó al célebre escritor a un año de prisión, bajo acusaciones de prácticas homosexuales, forma de amor, que ,por supuesto, era común y de dominio público en todas las universidades de la época, pensemos en Oxford y Cambridge, donde entonces, dada la obsesión victoriana por lo genital, sólo podían estudiar los hombres.

Digo esto para destacar, desde un principio, el oscurantismo, (por nombrarlo de una forma amable), que reinaba en la época, y que también puede dominar en nosotros, ciudadanos de otro siglo, cuando en vez de perseguir en los textos de Freud la tesis del autor, preferimos tener razón, es decir, permanecer en nuestros prejuicios, porque razón tenemos todos, cada uno la suya, pero para acceder al campo científico, a lo nuevo, hará falta partir de la sin-razón, de la ruptura con lo que hasta entonces perfilaba la realidad exterior y la realidad psíquica, de igual modo que es necesario alejarse de lo familiar para sumergirse en el mundo, donde también está la familia pero no sólo. Estas dificultades, que marcamos como desvíos, son producto de esa pasión del yo, que es el narcisismo, y que podemos definir como un movimiento de energía capaz de retirar el interés de los objetos para acumularlo en el propio sujeto, acumulación ,que en su exceso, abre la vía de la depresión o de la psicosis.
Permitámonos, pues, acceder al mundo, y leamos la tesis que el autor propone.

Iniciamos este recorrido por el capítulo tercero, El Método de la Interpretación Onírica; y, ¿por qué nos aventuramos a iniciar desde aquí?, el primer capítulo, Los Sueños, es, en realidad, un resumen que Freud escribió para una revista, después de publicada la primera edición, e incluido en ediciones sucesivas. Le sigue el capítulo titulado La Literatura Científica, que constituye una recopilación de los textos anteriores, un tributo al trabajo de sus coetáneos, pero, como el propio Freud relata en la carta 112 a Flies, teme que la mayoría de los lectores queden atrapados en esas zarzas y no puedan atravesarlas para llegar a la bella Durmiente, es decir, la obra, como tal, comienza con el capítulo del método, y ese será también nuestro lugar de partida.

Freud inicia el recorrido con una breve exposicion de los dos métodos en boga haste ese momento: el método simbólico y el método descifrador.

El método simbólico es el método del Oráculo de Delfos: el sujeto narra el sueño en su totalidad y la pitonisa, en conversación con el Dios Apolo, transmite al viajero la significación profética del mismo.
El método descifrador, que goza aún de pábulo en numerosos libros esotéricos y revistas de entretenimiento, consite en un listado de claves, donde, por ejemplo, ,una mesa representa la familia, un vaso roto el divorcio, y de su combinación se concluye un aviso de futura crisis familiar.

Como vemos, ambos métodos piensan los sueños en referencia al porvenir, esto es, como un augurio de malos o buenos presagios.

Freud rompe con esa mitología de la superstición, descarta una significación profética, y expone que, si bien los sueños tienen sentido, como defiende la creencia popular, a diferencia del colectivo médico que los consideraba meros productos fragmentarios, ese sentido no sirve al futuro sino al presente, y además nunca es previo, no viene dado de antemano, sino que se produce con la interpretación, o dicho e otra forma, el sueño descubre su rostro al ser interpretado, y lejos de ser una adivinanza del tiempo por venir, se presenta en relación, como iremos viendo en páginas posteriores, con un deseo actual en el sujeto, con un pensamiento reprimido.

En cada capítulo de la obra, Freud introduce una nueva fórmula de la globalidad que es la teoría psicoanalítica, en tanto teorema que verifica la existencia de un psiquismo inconsciente, y cada nueva formulación es ilustrada con el análisis de un sueño, donde esa pieza del entramado es particularmente visible. La tesis inicial” los sueños tienen sentido” , se irá complejizando: “Los sueños tienen sentido y su sentido es la realización de un deseo”, “Los sueños tienen sentido y su sentido es la realización de un deseo sexual infantil reprimido”, es decir, el motor del sueño es lo inconsciente.

Permítanme una breve aclaración, antes de proseguir con el capítulo en cuestión, que tal vez sea necesaria, pues, tendemos a pensar que las palabras son lo que en formato individual significan, cuando en realidad, el significado de cada palabra está determinado por las otras palabas que la acompañan, de tal forma, que cuando en psicoanálisis decimos infantil no nos estamos refiriendo a la infancia (si bien es cierto que el niño también tiene sexualidad) sino al primer movimiento lógico de constitución de la sexualidad humana, que culmina con el proceso edípico, que no es sólo esa historia de amor del niño con sus padres, sino, y esto es muy importante, el pasaje donde dejamos de ser los dioses que nunca fuimos para abrazar la falta que nos constituye. Y este pasaje no es algo que acontece en la infancia y ya estamos curados de espanto para el resto de nuestras vidas, por el contrario, es una renuncia que habrá de operar en nosotros todo el tiempo, por ejemplo, para dar esta clase debo aceptar que no puedo explicarlo todo en una clase, y ustedes para recibir alguna enseñanza deberán aceptar que no pueden entenderlo todo en la primera clase. La sexualidad infantil reprimida es, entonces, algo actual en el adulto, y conforma la materia de lo inconsciente.

En este capítulo del método, Freud nos presenta dos conceptos estructurales, que ejemplifica, como ahora veremos, con el sueño de Irma: la asociación libre y la transferencia. Conceptos, que dando un paso más en la misma dirección, podemos decir que configuran los límites de la técnica piscoanalítica: asociación libre en transferencia.

En relación a la asociación libre, señalar, que Freud, para analizar el sueño, divide el relato del soñante en glosas e invita al sujeto a asociar en torno a cada una de ellas. Esto es muy importante, porque introduce un nuevo nivel de objetividad: no se trata ya del sueño soñado sino del sueño contado, y además contado en conexión asociativa con otros pensamientos, es decir, entregándose al discurso.

La asociación libre, más adelante nos dirá Freud, nunca es libre, porque más allá de la censura consciente, que podemos en cierto modo sortear a voluntad, hay una sobredeterminación inconsciente, de tal forma que si sometiéramos a análisis, por ejemplo, la elección de un número al azar, o el olvido casual de un nombre, nos sorprendería descubrir que dicho número o dicho olvido, nada tienen de azarosos o arbitrarios, sino todo lo contrario, están en estrecha relación con alguna íntima historia afectiva de la propia persona. En Psicopatología de la vida cotidiana, Freud escribe al respecto:“ a través de mi pensamiento circula una incesante corriente de autorreferencia, de la cual no tengo noticia alguna generalmente, pero que se manifiesta en tales ocasiones del olvido de nombres”.

Y es precisamente, por esta sobredeterminación inconsciente, por esta determinación psíquica, que cualquier ocurrencia, por muy desatinada o alejada del tema que pueda parecer a los ojos de nuestra conciencia, es madera del mismo árbol.

Ahora bien, las asociaciones del soñante, o del paciente no son lo inconsciente, en tanto lo inconsciente es por definición incapaz de consciencia, pero hablando, hablando, y no de cualquier manera ni con cualquiera, algo por cierto muy peligroso, sino en presencia de un analista con quien me relaciona el pacto analítico, es decir, un acuerdo económico y cronológico, donde todo lo que el psicoanalista desea es hacer su trabajo, no espera de mi que me case con una determinada mujer, que estudie no sé qué carrera, o que me comporte de tal o cual manera, y en ese no meterse conmigo (como suele hacer la familia, siempre con buenas intenciones, por supuesto), el psicoanalista me va permitir crecer, producirme como sujeto deseante, es decir, someterme a los vaivenes del habla, donde las palabras dicen más de lo que cuentan.

El inconsciente es la interpretación psicoanalítica como el sueño es, una vez interpretado, la realización de un deseo; tesis que Freud despliega a lo largo de la obra.

Una vez esbozado el concepto de asociación libre, hablemos un poco también de la transferencia, para después de aventurarnos a estudiar en detalle el sueño de Irma.
La transferencia, el segundo de los conceptos fundamentales que el análisis de este sueño ilustra, hace referencia al movimiento de las cargas psíquicas, esto es, al paso de energía (libido) de una representación a otra. Dice Freud: “por medio del proceso de desplazamiento puede una idea transmitir a otra todo el montante de su carga, y por medio de la condensación acoger en sí toda la carga de varias otras”.
El desplazamiento y la condensación son mecanismos del pensamiento inconsciente, los verdaderos obreros del sueño, como iremos viendo.

Y ahora, sujetos de estas cuerdas , entremos en el análisis del sueño de Irma. Freud comienza por presentarnos algunas cuestiones preliminares, que son en verdad parte ya de la asociación libre, pues hacen al relato del sueño y están en relación con el pensamiento que atraviesa el contenido del mismo.

Recordemos, que ningún sueño puede analizarse sin ayuda de la asociación libre del soñante; al relato del sueño Freud lo llama contenido manifiesto, y al conjunto de conexiones asociativas contenido latente. Es importante señalar que ambos están sometidos a los procesos inconscientes de condensación y desplazamiento; ni el contenido manifiesto, ni el contenido latente son lo inconsciente, pero sí el terreno donde lo inconsciente, que sólo se produce por interpretación, opera.

Lo inconsciente no está debajo de nada, en ninguna profundidad insondable, de ahí el error del término subconsciente (como el propio Freud señala en sus textos) sino que se produce en la superficie de la frase, en el discurso del soñante o del paciente; discurso que es al mismo tiempo, único, en tanto nadie es igual a nadie, y doble, pues la cadena inconsciente atraviesa el decir consciente, y devela su presencia a través de las puertas que las palabras abren con las llaves de la polisemia, la similicadencia, la repetición, la negación y la formación de fenómenos como los lapsus linguae, el relato del sueño o el decir del síntoma.


La cuestiones preliminares que Freud trae en relación al sueño son las siguientes:
• La paciente del sueño, Irma, era una señora joven que él atendía en consulta y a quien, además, su familia profesaba un cariñosa amistad.
• Freud, en el curso del tratamiento, le había propuesto una solución, que ella encontró inaceptable y llegado el verano tuvieron que interrumpir la terapia en medio de ese desacuerdo.
• Visita el día anterior al sueño de su amigo Otto, también médico, que había visto a Irma y al preguntarle Freud por el estado de su paciente, éste le dice que “Está mejor pero no del todo.
• Esa misma noche, al partir Otto, Freud escribe el historial clínico de Irma y se lo envía al doctor M. “ la penosa sensación que las palabras de otto despertaron en mi no se me hizo muy clara y me abstuve de exteriorizarla. Aquella misma tarde redacté por escrito el historial clínico de Irma con el propósito de enviarlo – como para justificarme- al doctorM, entonces la personalidad que solía dar el tono en nuestro círculo”.

Escuchemos ahora el relato completo del sueño, que Freud tuvo esa noche (23-24 julio 1895):

En un amplio hall. Muchos invitados a los que recibimos. Entre ellos, Irma, a la que me acerco en seguida para contestar, sin pérdida de momento, a su carta y reprocharle no haber aceptado aún la “solución”. Le digo: “si todavía tienes dolores es exclusivamente por tu culpa”. Ella me responde “¡ Si supieras qué dolores siento ahora en la garganta, el vientre y el estómago, ¡siento una opresión!”.

Asustado, la contemplo atentamente. Está pálida y abotagada. Pienso que quizá me haya pasado inadvertido algo orgánico. La conduzco junto a una ventana y me dispongo a reconocerle la garganta. Al principio se resiste un poco, como acostumbran hacerlo las mujeres que llevan dentadura postiza. Pienso que no la necesita. Por fin abre la boca, y veo a la derecha una gran masa blanca, y en otras partes, singulares escaras grisáceas, cuya forma recuerda la de los cornetes de la nariz. Apresuradamente llamo al doctor M, que repite y confirma el reconocimiento.

El doctor M presenta un aspecto muy diferente al acostumbrado: está pálido, cojea y se ha afeiado la barba. Mi amigo Otto se halla ahora a su lado, y mi amigo Leopoldo percute a Irma por encima de la blusa y dice: “Tiene una zona de matidez abajo, a la izquierda, y una parte de la piel infiltrada, en el hombro izquierdo” (cosa que yo siento como él, a pesar del vestido). El doctor M dice: “No cabe duda, es una infección. Pero no hay cuidado; sobrevendrá una disentería y se eliminará el veneno”. Sabemos también inmediatamente de qué procede la infección. Nuestro amigo Otto ha puesto recientemente a Irma, una vez que se sintió mal, una inyección con un preparado a base de propil, propilena,…..ácido propiónico…, trimetilamina (cuya fórmula veo impresa en gruesos caracteres). No se ponen inyecciones de este género tan ligeramente..Probablemente estaría además sucia la jeringuilla.


Hasta aquí el relato del sueño, pasemos entonces a ver las asociaciones de Freud en torno a cada una de la glosas, en las que hemos dicho se divide el sueño, y en torno a las cuales el soñante asocia libremente; libremente, que insisto en matizar, es en sí una paradoja, porque en la vida psíquica no existe el azar, sino más bien lo contrario, cuanto más azaroso parece un decir, más devela, si lo analizamos en sesión, su sobredeterminación inconsciente.

En total, Freud lo fragmenta en 23 glosas, que muestran de manera ejemplar el trabajo de los mecanismos inconscientes, antes citados, recordemos: condensación y desplazamiento.Veamos juntos algunas de ellas, siguiendo el curso de dichos mecanismos:

Glosa nº2: Reprocho a Irma no haber aceptado aún la solución. Le digo: “si tienes dolores es exclusivamente por tu culpa”
Entre otras asociaciones Freud escribe: en la frase que a Irma dirijo en mi sueño advierto que ante todo no quiero ser responsable de los dolores que aún la aquejan. Si Irma tiene exclusivamente la culpa de padecerlos todavía, no puede hacérseme responsable de ellos. ¿Habremos de buscar en esta dirección el propósito del sueño?.

En la polisemia de la palabra “solución” se abre ya una de las cadenas significantes del sueño: solución inyectada, solución al padecimiento de Irma, solución a los trastornos mentales, que hasta entonces eran considerados orgánicos y que Freud está abriendo en ese momento su campo de acción: lo inconsciente.
Pregunta, que como toda pregunta, tiene ya una respuesta; interrogante, que como en el cuento de Edgar Allan Poe “La Carta Robada” (lectura muy recommendable), busca el escondite en no esconderse, de tal forma, que si omitimos la interrogación, Freud nos dice: habremos de buscar en esta dirección el propósito del sueño, esto es, no quiero ser responsable. ¿Y de qué no quiere ser responsable? ¿qué representan esos dolores de Irma?. Andemos un poco más.

Glosa Nº 3: Irma se queja de dolores en la garganta, el vientre y el estómago, y de una gran opresión.
Glosa nª 4: Está pálida y abotagada.
Glosa nª 6: La conduzco junto a una ventana y me dispongo a reconocerle la garganta. Al principio se resiste un poco, como acostumbran hacerlo en estos casos las mujeres que llevan dentadura postiza.
Glosa nº 7: Por fin abre la boca

Algunas de las asociaciones de Freud en torno a estos pasajes son:
- (…) La opresión o el dolor de garganta y los dolores de vientre apenas si desempeñan papel alguno en la enfermedad de Irma. Me asombra pues la elección de síntomas realizada en mi sueño (….)
- Mi paciente (Irma) presenta siempre, por el contrario una rosada coloración. Sospecho que se ha superpuesto aquí a ella una tercera persona.
- El suceso del sueño me recuerda el reciente reconocimiento de una institutriz (…), que intentó ocultar que llevaba dentadura postiza. (….) La actitud de Irma junto a la ventana me recuerda de repente otro suceso. Irma tiene una íntima amiga, a la que estimo altamente. Una tarde que fui a visitarla, la encontré al lado de la ventana en la actitud que mi sueño reproduce. (….)Recuerdo ahora que los últimos meses he tenido razones suficientes para sospechar que también esta señora padece de histeria. Irma misma me lo ha revelado. Pero ¿qué es lo que de sus síntomas conozco? Precisamente que sufre de opresión histérica de la garganta, como la Irma de mi sueño. (….)Ahora recuerdo que he acariciado varias veces la esperanza de que también esta señora se confiase a mis cuidados profesionales; pero siempre he acabado por considerarlo improbable, pues es persona de carácter muy retraído. Se resite a la intervención médica, como Irma en mi sueño. (…..) A continuación se me muestra otra persona, a la que los rasgos restantes podrían aludir. No la cuento tampoco entre mis pacientes, ni deseo que jamás lo sea, pues se avergüenza ante mí, y no la creo una enferma dócil. Generalmente se halla pálida, y en una temporada que gozó de excelente salud engordó hasta parecer abotagada.(…)

Este es uno de los tramos donde mejor se vislumbra la actuación de la condensación en el sueño. A partir de las asociaciones, que Freud escribe en torno a estas glosas, aprehendemos que si bien Irma se presenta en apariencia como el único personaje femenino del sueño, es en realidad un collage hecho con características de otras tres mujeres: una amiga de Irma, una institutriz y su mujer. En la imagen de Irma se han condensado los afectos transferidos de otras representaciones. Y esta condensación sirve a la expresión disfrazada de una comunidad entre ellas: todas se resisten, se resisten a abrir la boca, esto es, a hablar en análisis. Resitencia que es también la del propio Freud frente a su descubrimiento, pues, no debemos olvidar que el sueño es siempre en referencia al soñante.

Otro ejemplo de este orden aparece en la glosa nº10: El doctor M está pálido, se ha quitado la barba y cojea.

Freud asocia: (…) el doctor M presenta a veces tan mal aspecto, que llega a inquietar a sus amigos. Los dos caracteres restantes (se ha quitado la barba y cojea) deben pertenecer a otras personas. Recuerdo ahora mi hermano mayor, residente en el extranjero, que lleva el rostro afeitado (…). Hace algunos días nos llegó la noticia de que un ataque de artritismo a la cadera le hacía cojear un poco.
Tiene que existir una razón que me haya hecho confundir en mi sueño a ambas personas en una sola. Recuerdo, en efecto, que me hallo irritadado contra ambas por un análogo motivo: el de haber rechazado una proposición que recientemente les hice.


Y ¿ qué rechaza Freud?, se pregunta él, pues, el trabajo del sueño, nos va ir mostrando, es una escenificación tipo Hollywood para poner en juego un pensamiento del soñante, o incluso su resolución, es decir, el único protagonista del sueño es siempre el soñante.
A lo largo del relato de este sueño y sus respectivas asociaciones, Freud repite e insiste que él no es responsable, y ¿de qué no es responsable?.

En esta parte del sueño entran en juego otros cuatro personajes: el hermano de Freud, el doctor M, y sus colegas médicos Otto y Leopoldo. El diálogo absurdo, en términos médicos, que mantienen el Doctor M y Otto cuando el primero dice: (Glosa nº15) “ No cabe duda; es una infección. Pero no hay cuidado , sobrevendrá una disentaría y se eliminará el veneno” es , nos dice Freud a través de profusas asociaciones, una burla hacia aquellos de sus colegas ignorantes del origen psíquico de los fenómenos histéricos.

Recordemos que en aquella época, y aún en la actualidad bajo el auspicio e interés de las grandes compañías farmaceúticas, se pensaba que las perturbaciones mentales tenían una causa orgánica, que existía degeneración neuronal, es decir, eran incurables, crónicas. Freud, médico neurólogo, es el primero que separa las alteraciones psíquicas de una causación orgánica. Imaginemos el revuelo en el colectivo médico, tan reacio al reconocimiento de lo psíquico, que su descubrimiento provoca.

De hecho, aún en la actualidad, enfermedades de origen psíquico como la depresión o la neurosis de angustia (mal llamada trastorno de ansiedad generalizada), reciben tratamiento farmacológico, que lejos de solucionar el problema, debemos decir que en el mejor de los casos sólo sedan al paciente, y en general lo enferman, ahora sí, de algo órganico.

En las glosas siguientes Freud nos dice:
Nuestro amigo Otto ha puesto recientemente a Irma una vez que se sintió mal una inyección con un preparado de propil, propilena, ácido propiónico. TRIMETILAMINA.
Y a continuación asocia: en mi sueño veo la fórmula química (…) y la veo impresa en gruesos caracteres, como si quisiera hacer resaltar su especial importancia (…) ¿Adónde puede llevarme la trimetilamina sobre la cual es atraída mi atención en esta forma?. A una conversación con otro amigo mío. (…) Por aquella época me había comunicado ciertas ideas sobre una química sexual, y, entre otras, la de que la trimetilamina le parecía constituir uno de esos productos. (…). Sospecho por qué la fórmula trimetilamina ha adquirido tanta importancia en el sueño. En esta palabra se acumula un gran número de cosas harto significativas. No sólo es una alusión al poderoso factor “sexualidad”, sino también a una persona cuya aprobación recuerdo con agrado (su amigo Fliess) siempre que me siento aislado en medio de una opinión hostil o indiferente a mis teorías.

Trimetilamina, sésamo del sueño, que encierra en sus asociaciones, el descubrimiento freudiano por excelencia: lo inconsciente reprimido, cuya materialidad es, como veíamos anteriormente, la sexualidad infantil reprimida, e insisto en destacar, porque de ese desvío se hizo teoría, que la sexualidad en psicoanálisis no se limita a lo genital, o dicho de otra forma, los animales no parlantes (que no hacen metáfora ni metonímia) tienen sexo mientras los humanos tenemos sexo y sexualidad, es decir, además de reproducirnos por sexuación hablamos, y este hecho trastoca incluso lo biológico, de tal forma que en el humano puede ocurrir, que aún no teniendo alteración orgánica alguna en su aparato reproductor, padezca de infertilidad. Y lo infantil reprimido es aquel lugar de nuestro discurso donde todos habitamos el delirio de la inmortalidad.

Entonces una interpretación posible sería:
“ No soy yo el responsable de la subversión que la teoría psicoanálitica introduce, no me responsabiliceis a mí, yo estoy libre de toda culpa, no soy yo es Otro: es mi inconsciente, es ese saber que hablá en mí sin yo saberlo”.

Interpretación que no se agota en un sentido, sino que más bien rompe el sentido anterior: el sueño no es, como se pensaba antes de Freud, un fenómeno aleatorio ni tampoco se refiere al porvenir.